Entrevistamos a nuestro compañero Francisco Rodríguez, más conocido por todos como Curro, nombre con el que le rebautizaron para diferenciarlo del resto de Franciscos cuando entró a trabajar en Miguel García Sánchez e Hijos hace ya 30 años. Hoy en día, Curro es una de las caras más familiares para nuestros agricultores, quienes le conocen bien después de muchos años como comercial de campo para Grupo La Caña.

Aterriza en nuestra empresa a la temprana edad de 16 años. Tres décadas después, Curro es uno de los compañeros con una visión más amplia de la evolución de Grupo La Caña, testigo de cómo la especialización de sus profesionales ha sido crucial y en especial, lo importancia de dar forma al complicado papel del comercial de campo.

Recuerda bien sus primeros años como mozo de almacén, cuando “empecé hecho un crío en la colla, pero observando y escuchando con atención a los más veteranos de aquel entonces”. Se refiere, entre otros, a los hoy también comerciales de campo con más experiencia, como Miguel Merlo, Pedro González o Miguel Cañadas.

Pero no fueros estos los primeros en desempeñar la delicada labor del comercial de campo, si no que fueron los propios Antonio y Miguel García quienes sentaron los precedentes de cómo trabajamos con nuestros agricultores. “Conseguían cada año buenos clientes, fieles, de esos que empiezan y terminan contigo la campaña”, asegura Curro, quien compartió muchas horas con Antonio García, al que define como “un referente de sacrificio y de lucha por la empresa. Antes no se trabajaba como ahora; en plena campaña era todo el día aquí y él, era el primero. Para los agricultores, Antonio era la cara de la empresa”.

Pero antes de trabajar codo con codo junto a quienes serían sus mentores, Curro pasa también un periodo como basculista. “Fueron muchos años en la puerta y fíjate, al final eso ayudó a que los agricultores confiaran pronto en mí cuando pasé a valorar la mercancía”. Durante este tiempo, alternaba su jornada de basculista con las ventas, “observando mucho, me fijaba en qué judías y cómo las sacaba Antonio García, la marca que le iba poniendo… me iba preparando porque a lo mejor llegaba un día en el que yo le podía hacer falta a Cañadas para catalogar las judías y bueno, mira dónde estoy”, recuerda entre risas.

Tiene claro que el exponencial crecimiento de la empresa se debe “a la familia García, porque no se estancan ni conforman. Empezaron siendo punteros como exportadores de judías, patatas, aguacates… Y han tenido la visión de saber incorporar y poner en el mercado lo que los clientes estaban demandando”.

La confianza de los Agricultores

En Grupo La Caña tenemos dos vías directas de contacto con el agricultor en el día a día. Una es el departamento Técnico a través de sus visitas a finca y la otra, el contacto en el almacén con los comerciales de campo, responsables en última instancia de ofrecer esa transparencia de la que siempre hemos hecho gala de cara al agricultor.

Y Curro, no puede estar más de acuerdo. “El trato diario cuenta mucho, a veces vale incluso más que unos céntimos arriba o abajo. Sobre todo, porque cada día son más conscientes (los agricultores) de que son profesionales y que sus invernaderos son sus empresas, por lo que ayudarles a sacar el máximo rendimiento a sus fincas es al final la prioridad de todos aquí”.

En este sentido, los técnicos y comerciales de campo se rigen bajo una misma batuta, siendo la comunicación interna entre ellos, una de las claves para prestar el mejor servicio al agricultor. “En cuanto vemos un problema, ya estamos llamando a su técnico para darle la mejor solución posible en beneficio del agricultor”.

Depositarios de los problemas, quejas y miedos de nuestros agricultores, estos compañeros juegan un papel decisivo de cara a la estabilidad que puedan sentir nuestros profesionales agrícolas. “En una empresa de estas dimensiones contar con personas de confianza, que están ahí para conocer tus problemas y ofrecerte posibles soluciones, hace que estemos llamados a consolidar y mantener ese compromiso”. Un servicio a fin de cuentas, transparente “que el agricultor diga vengo a báscula, peso lo que tengo que pesar, me ponen el precio que me tienen que poner y que vean esa transparencia que siempre ha sido nuestra seña de identidad”.

Y es que, el propio Curro nos recuerda que en Grupo La Caña, “nuestro cometido no es que llegan los pepinos gordos, le pones segundo precio; que llegan los cherrys verdes, segundo precio… ¡no! Así no es como nos han inculcado que se hacen las cosas”, recalca nuestro compañero. “Si es un problema que se puede solucionar dando al agricultor un par de consejos a la hora de cortar, ¿por qué dejar que el problema vaya a más por no ser capaces de ver más allá de una caja de género?”.

Los comerciales de campo son herederos de una senda bien definida por Miguel y Antonio García sobre cómo se hacen las cosas en Grupo La Caña, donde la prioridad es mirar por la rentabilidad del agricultor y darle la mejor salida comercial al fruto de su esfuerzo.

Comparte esto!

Artículos relacionados: