Grupo La Caña es una empresa familiar cuya historia comenzó de la mano de Miguel García Sánchez en el año 1978, cuando se inauguró nuestra empresa matriz. Miguel empezó su trabajo con sus dos hijos mayores, Miguel y Antonio. Este año, Miguel García Puertas, se jubila dejando atrás una gran empresa y una excelente trayectoria profesional, habiendo jugado un papel clave en la organización, ocupándose de las antiguas subastas, la coordinación con comerciales de mercado nacional y la coordinación con agricultores. Ha querido compartir en estas líneas un cariñoso mensaje de despedida para todos vosotros:

Mensaje Miguel García Puertas

Qué barbaridad como ha pasado el tiempo y la vida (o es uno el que pasa). Cuando echo la vista atrás y recuerdo todas las vivencias y experiencias me pongo un poco nostálgico y sentimental, pero es ley de vida. Quiero ser políticamente correcto, quiero que sepáis que esto lo estoy escribiendo con el corazón, tal y como lo siento. A nadie le guardo ningún rencor, si he ofendido a alguien espero que sepa perdonarme, ya que nunca ha sido ese mi proceder y creo tener mi conciencia en paz, pues eso es lo que queda al final.

En primer lugar, quiero tener un recuerdo para mis padres Miguel y María, por inculcarme con su ejemplo unos valores que yo he seguido, el ser humilde. Otro para mis hermanos, por haberme soportado y aguantado todos mis prontos, pero sabéis que siempre os llevo en mi corazón, os echaré de menos en mi día a día. A mi cuñada Encarni y a mis sobrinos y sobrinas os deseo que seáis felices y tengáis la misma ilusión que he tenido yo siempre.

En segundo lugar, quiero tener también un recuerdo para todos los trabajadores de la empresa, muy especialmente a todos los que han estado trabajando junto a mi en el día a día, tened por seguro que os voy a echar de menos tendréis un amigo aquí y vosotros lo sabéis.

Hay momentos en la vida en que tienes que tomar una decisión, no porque no me hubiera gustado seguir, ya que estaba haciendo el trabajo que siempre me ha gustado, EL CAMPO. La agricultura es y ha sido siempre mi pasión, pues siempre me he sentido por encima de todo agricultor, pero hay que saber dar un paso al lado, aunque no te guste y dejar paso a otros compañeros, con nuevas ideas y nuevos métodos. Cuando te sientes cansado y no compartes la forma de trabajo hay que dejar el paso libre antes de perder la ilusión.

Me gustaría tener también un recuerdo para todos los agricultores, los de ahora y los de antaño. Las vivencias que he tenido con ellos no las cambio por nada, cuánto aprendí de ellos, eso no lo olvidaré jamás.

Para finalizar, quiero dar las gracias a mis hijos y nueras por ser como son y que no cambien nunca, pues me siento muy orgulloso de ellos y a mis nietos para que ellos mismos continúen la saga. Y, por último, qué puedo decir de mi mujer, Estrella, eres lo mejor que me ha pasado en la vida, has sido mi faro y mi guía. Muchas gracias, cariño, por toda una vida de felicidad.

 

Hasta siempre a todos.

 

Testimonios para una bonita despedida

 Si pidiéramos voluntarios para dedicar unas palabras a Miguel por su jubilación, deberíamos hacer un único número de esta revista para tal fin y, probablemente, faltaría espacio. Hemos recogido aquí testimonios de personas que han tratado con Miguel a lo largo de toda su trayectoria profesional en la empresa.

 

             Antonio Abarca – Agricultor

Conozco a Miguel desde pequeño porque sus padres y los míos tenían mucha amistad. Yo no he sido agricultor como tal, tenía tierras y traía el genero a Félix Puertas, a su almacén de Carchuna.

Cuando Miguel García compró el almacén de Carchuna en el año 1993, recibí una llamada de Miguel García Puertas para que me fuera con ellos y la verdad que no dudé ni un instante en hacerlo, porque, aunque tengo una gran amistad con su familia, sabía que el trato al agricultor era excelente. Recuerdo que las primeras campañas yo les llevaba melones, y la verdad es que tuvieron mucho recorrido, puesto que salieron con una muy buena calidad.

Miguel es una excelente persona y un gran amigo. Siempre que me ha hecho falta algo no ha dudado en ayudarme y eso dice mucho de la clase de personas que es. Para mí, es un referente en la agricultura de la zona por el trato tan cercano y de confianza que desprende hacia los agricultores. Es una persona muy querida, culpable del crecimiento que la empresa tiene hoy día. Respeto, compromiso, confianza, cercanía y transparencia son los adjetivos que utilizaría para describir a Miguel García.

         Antonio Mota Casas – Subastador y agricultor

Miguel es un hombre extraordinario, muy analítico que sabe sacarle el punto positivo siempre a las cosas. Ha sido un trabajador nato, ha sabido siempre estar al lado del agricultor para las buenas y para las no tan buenas. Nuestra relación más directa ha sido siempre en la subasta, él como comprador de su empresa y yo como subastador o “corredor”. Como persona es un diez, aunque de vez en cuando le dan esos “prontos”, que seguidamente él mismo se toma a risa.

Cuando me jubilé, Miguel vino a mi finca y me dijo “Antonio tu no te puedes jubilar ni aburrirte, te vienes conmigo a ayudarme en las labores de campo y con los agricultores”. De hecho, más de una vez, me ha recogido y nos hemos ido a la Alpujarra en verano a visitar fincas en Torvizcón, Trevelez…. Y es que eso dice mucho de la clase de persona y amigo que es, porque otro en su lugar ni se hubiera acordado de mí.

En las campañas malas, tanto Miguel como sus hermanos han sabido afrontarlas y salir de ellas de la mejor manera posible. Además de apretarse el cinturón, ayudaban en todo momento al agricultor, Miguel tenía un trato personalizado con todos ellos para echarles un cable.

Las subastas con Miguel eran muy divertidas, pues él era el que se encargaba de romper simpre la seriedad del ambiente con un chiste y una broma, incluso con gente que no conocía. Siempre me acuerdo de una frase que me dijo yendo a la Alpujarra, “los agricultores han sido, son y serán el eslabón principal de nuestra empresa, sin ellos no podríamos alcanzar los resultados que tenemos hoy día. Se lo debemos todo y por eso hay que estar a su lado en las buenas y en la no tan buenas”.

      Felix Puertas – Comercial

Durante años nos veíamos todas las mañanas en Carchuna para las subastas de pepinos, que empezaban a finales de octubre hasta primeros de abril, no como ahora que hay prácticamente pepinos todo el año. Teníamos papeles similares, Miguel era el comprador para su empresa y yo era corredor independiente. Tomábamos café y charlábamos de todo un poco. Llegado el momento de la primera subasta, todos los compradores nos situábamos delante del subastador, Miguel y yo en primera fila, al principio Luis Mota, después su hijo Antonio, hasta que llegaron las subastas en pantalla con botones. En aquellos años Miguel y yo éramos competencia, rivales, pero nunca enemigos, podía tocarle el género a cualquier otro comprador, a él o a mí, pero por lo menos entre Miguel y yo nunca había un mal gesto, ningún reproche, ¿porqué?, sencillamente, porque siempre nos hemos respetado.

Durante la campaña de verano, mucho más corta, aunque igual de intensa, volvíamos a tener contacto a diario. En primavera y verano las sandías y melones eran los protagonistas, puedo estimar que un 90% de estos frutos se comercializaban en a penas tres semanas, especialmente las sandías. Durante el tiempo que Miguel era el encargado de la empresa en vender y comercializar estos productos, la campaña duraba más de dos meses. Los melones tenían poco problema, normalmente se vendían en Puntalón en subasta pública como cualquier otro género. Sin embargo, las sandías eran un fruto más problemático. Recuerdo cuando Miguel me llamaba y decía “primo a las 4 en Eurocastell”, “vale”, nos montábamos en su todoterreno y nos tocaba   recorrer caminos de tierra y polvo a ver invernaderos de sandías para ver el tamaño y la calidad, Después el cortador nos decía para cuando estaban maduras para cortar y organizarnos. Llegaba el momento de hablar del precio, siempre un “tira y afloja”, pero era raro que no llegáramos a un acuerdo bueno para los dos. A partir de ahí mi trabajo era solo llamar a mis clientes y organizarme. El trabajo de Miguel era más complicado, debía llamar a sus clientes y además, organizar con Paco Molina y su hijo Jorge la recogida en campo, organizar con los jefes de almacén los tipos de envase, y otras tareas. Creo que nunca supimos por qué, pero siempre se nos complicaban las cosas, era raro que no surgiera algún problema, quién tenía que resolverlo? Miguel, siempre Miguel.

Espero que disfrute de su tan merecida jubilación, ¡un abrazo primo!

 

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