Una fría tarde de invierno nos aguarda al llegar al pueblo de Castell de Ferro, Granada, para entrevistar a Eduardo Fernández García. A las puertas de su finca nos recibe junto a su familia. Están trabajando de hecho, nuestra visita coincide en pleno ecuador de su campaña, quiénes llevan como agricultores más de 20 años desde que comenzaran en Eurocastell.

 Al tiempo que Eurocastell abría las puertas de su almacén hace 20 años, eran ya muchos los agricultores de la zona que empezaban a llevar el género, en concreto pepino. Y precisamente de todo ello hemos podido hablar con Eduardo, hombre comprometido con su trabajo e innovador, uno de los primeros agricultores en llevar el género al almacén de Eurocastell Caña.

Cultivan exclusivamente pepino bajo plástico justo enfrente del almacén de Eurocastell Caña. «Hace ya 20 años que decidí junto a mi mujer María, dejar la construcción de invernaderos y emprender en hacer el nuestro propio, apostando por el pepino en vez de las judías, ya que nos aportaba más rentabilidad y menos  mano de obra», nos va relatando.

Asegura que no está en la agricultura de rebote, sino que le pierde su devoción por el campo. «La agricultura es mi vida, de hecho mis primeros reyes no fueron una bicicleta o una pelota, sino una amocafre con la que ayudaba a mi padre a quitar la hierba».

Aunque proviene de una familia de tradición agrícola, Eduardo no se imaginaba dedicarse de lleno y durante tantos años al sector agrícola, puesto que la agricultura está en continuo cambio y tienes que ir adaptandote. «Llegué a desmolarizarme, ya que la agricultura antiguamente era de mercadillo, llevaba mis habichuelas al almacén y había días que las vendía a 5 duros y otros en cambio que ni podía hacerlo». Ahora las cosas han cambiado, y sabe que sus hortalizas se van a vender con toda seguridad.

Pero, ¿por qué decidiste llevar el género al almacén de Castell? Como bien apunta Eduardo, ellos ya eran agricultores de Miguel García Sánchez. «Cuando abrió el almacén en octubre del 2000, no me lo pensé ni un instante, por cercanía me venía genial, de hecho Jesús García me propuso dar el código número 6, pero después al ser una familia tan grande, obtuve el código número 45», recuerda.

Una época que rememora con añoranza el propio Eduardo. «Jose Almendros y Francis Toledo eran las personas con las que más trato tenía cuando llevaba el género, se portaban conmigo de 10 y siempre me resolvían los problemas que pudiera tener». Y también fue por aquel entonces cuando su mujer y él empezaron a tener trato con el comercial de campo, Miguel Merlo, «nos encantaba trabajar con él, como comercial es muy bueno y como persona mejor todavía, nos aporta facilidades y nos solventa muchos problemas».

Después de unos años sin servicio personalizado, agradece enormemente la figura de un técnico agrícola. «Gracias a ellos he cogido mucha experiencia» y en concreto destaca a Antonio Moreno, con el que ha coincidido varios años «como asesoramiento es uno de los mejores peritos que tiene Grupo La Caña y como persona, de los mejores que he conocido», nos comenta.

Pero si algo destaca de su experiencia trabajando codo con codo junto a Grupo La Caña durante estos años, es la profesionalidad. «Aquí es una empresa con nombre propio, seria y formal, y su palabra vale mucho», asegura. «Nosotros tenemos mucha confianza en la empresa y valoramos mucho el servicio, de hecho, sus trabajadores no están a mi disposición solamente de lunes a viernes, es que los llamo un sábado o un domingo, me cogen el teléfono y me dan respaldo en todo».

Llegando casi a los 65 años, Eduardo no piensa en jubilarse, pero sabe que con el transcurso de los años, sus hijos cogerán las riendas.»Mi familia está aprendiendo de mí el esfuerzo que hay que dedicarle a esto diariamente, porque en un futuro estaré en un segundo plano», asegura.»El campo es el día a día, una planta no entiende si es domingo o lunes y eso intento inculcarle a mi familia, el esfuerzo y el compromiso son la clave del éxito.»

Destacado: Me dí cuenta de lo que era Grupo La Caña realmente, cuando estuve en Fruit Attraction, ahí entendí la dificultad de gestionar y coordinar un evento de tal calibre

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