El cultivo de tomate cherry ha experimentado en los últimos 15 años una expansión realmente cuantitativa. Zonas tradicionalmente vinculadas a otras explotaciones agrarias, transformaban su paisaje ganando cada vez mayor terreno las tierras dedicadas a este cultivo. Una de las comarcas donde se puede observar esta evolución es la granadina Sierra de Alhama, y hasta allí fuimos para entrevistar a nuestra agricultora Ángeles Muñoz, mujer tenaz y de campo que supo apostar por la agricultura del futuro.

Una calurosa y soleada mañana de verano nos aguarda al llegar al pintoresco pueblo de Jayena. A las puertas de su finca nos recibe Ángeles acompañada por su familia. Están trabajando, de hecho, nuestra visita coincide en pleno ecuador de su campaña, que empezó en mayo y si la climatología lo permite, durará hasta finales de septiembre.

Cultivan en exclusiva tomate cherry pera y lo hacen bajo un invernadero de malla, no tan común como uno esperaría en una zona donde las altísimas temperaturas ponen en riesgo las explotaciones al aire libre. «Hace 15 años que dimos el paso a invertir en nuestro propio terreno y desde el principio apostamos por tener el cultivo bajo malla porque si ya son cortas las campañas, al menos nos dan un plus de temporalidad y le sacamos más rendimiento al tomate», nos va relantando.

Pero, ¿cómo evoluciona Jayena y su comarca, tradicionalmente ligadas al olivo y la almendra, hacia el tomate cherry? Como bien apunta Ángeles, la necesidad de crecer e ir más allá en la economía, el empleo y la agricultura de la zona. «Aquí siempre nos hemos dedicado a lo que diera el campo, sobre todo con la judía verde, pero las campañas no daban tan alto rendimiento y pronto vimos que el tomate cherry podía ser el futuro y no nos equivocamos, sin duda hemos ido cada vez a más».

Han pasado del «verdeo» del verano, a concentrar sus esfuerzos en un cultivo que sin ser intensivo, les proporciona un volumen de producción que hace cuadrar los números. De hecho, ella y su marido fueron de los primeros intrépidos en asumir riesgos y dar el salto al tomate preferido por los consumidores. «Por aquel entonces estábamos un tanto nerviosos, era la primera siembra y aunque siempre nos hemos dedicado al campo, esto era muy diferente y con mucho por aprender», recuerda.

Afortunadamente para ella y para la prosperidad de esta comarca, las campañas de verano en sierra funcionan y miran hacia adelante, si bien es cierto que la preocupación por el cambio climático es un temor compartido por todos. «Somos más vulnerables, nuestros cultivos están muy indefensos antes las inclemencias meteorológicas, la malla no protege del mismo modo que el plástico del invernadero y las lluvias pueden acortar la campaña hasta un mes».

A pesar de ello, es positiva y de hecho nos cuenta que «el principal motivo por el que compramos la finca fue mirando por el futuro de nuestros hijos, para que aquí tengan posibilidades de un trabajo estable y no depender de terceros, porque aunque no todas las campañas salen igual, hoy por hoy es rentable y para el día de mañana es una garantía».

El largo camino recorrido hasta aquí, lo han hecho en todo momento acompañados por Grupo La Caña. Supieron de nuestra presencia en su zona en uno de los primeros encuentros gestionados por el departamento de Agricultura de nuestra empresa y por suerte, no tiene más que buenas palabras para hacer balance de esta relación comercial junto a nosotros. «Lo que se habló en su momento se ha ido viendo como cumplían, todo lo que ya nos habían dicho sobre esta empresa desde luego que hemos comprobado que era verdad, ni un problema con los precios, gente clara y de palabra».

Pero si algo destaca de su experiencia trabajando codo a codo junto a Grupo La Caña durante estos años, es la estabilidad. «Aquí es una empresa con nombre propio, la más fuerte y seria de las que hay, por unas van, otras vienen, pero la que ha conseguido mantenerse es La Caña», asegura. «Nosotros tenemos mucha confianza en la empresa y valoramos muchísimo el servicio que nos dan los técnicos, y más que con las circunstancias que tenemos aquí, tener ese respaldado es mucho».

Continuidad, apuesta de futuro, precios mínimos, estabilidad… A Ángeles le sobran argumentos para transmitir a sus hijos que en Grupo La Caña podrán darle la mejor salida comercial a sus frutos, pues como ella misma concluye, «cuando uno no cambia, es por algo».

Destacado: Esta es una empresa con nombre propio que ha cumplido con lo prometido.

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